El mexicano Gil Mendoza es un costurero que trabaja a todo vapor en fábricas para que los diseñadores lleven a tiempo a la pasarela sus propuestas en la Semana de la Moda de Nueva York.
Mendoza ha trabajado durante diez años en una de estas fábricas, junto a otros mexicanos y ecuatorianos que se encargan de diversas tareas, que van desde coser, planchar las piezas que los diseñadores muestran con orgullo, el día en que se celebra el Fashion Week, así como en labores de limpieza.
Pero, antes de que las modelos tomen la pasarela, decenas de patronistas y costureras dedican largas horas en las mesas de corte o en las máquinas de coser en el distrito de la moda, entre ellos se encuentra Gil.
«Para mí, esta semana es muy emocionante. Me gusta mi trabajo, dijo Mendoza, de 40 años».
Además de coser reparte el trabajo entre las costureras y supervisa que se haga a tiempo y «como le gusta a los diseñadores».
Explica que a veces su equipo y él, llegan al taller con los patrones de las piezas que se van a coser y otras tienen que cortar las piezas basándose en los dibujos que han hecho los modistos, lo que hace más difícil la tarea.
Foto: El Universo
Los comienzos de Mendoza en la costura
Mendoza es autodidacta. Nunca ha tomado cursos de costura. Aprendió el oficio en su infancia, en su hogar, donde había una máquina de coser pese a que nadie sabía coser.
«Aprendí a coser a los ocho años. Me gustaba: me hacía las bolsas para la escuela y arreglaba mis uniformes escolares, recordó Mendoza, que antes de emigrar a Nueva York cosía bolsas y otras piezas de cuero para la mujer en México».
En Nueva York, comenzó como muchos inmigrantes, lavando platos, en la construcción y como panadero, hasta que llegó a este taller a través de una agencia de empleo.
Durante todo el año en la instalación que tiene como taller, cose ropa para diversos diseñadores, entre ellos César Galindo de origen mexicano, que confecciona allí las creaciones que lleva a la pasarela de la moda, como se ha hecho siempre en varias ediciones de este evento de moda con piezas que pasan por las manos de Mendoza y otros inmigrantes.
Foto: Zimbio
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